lunes, 14 de mayo de 2007

La hora noble


Conosco la sombra
y lo que hay oculto en ella,
aquello que no se nombra
y se pierde en lo ignoto...
Se de antemano la hora de la solitud,
que sigue lenta, tan lentamente;
y lo que perdura por la acritud,
de llorar angustiosamente.
Por esas cosas tristes, y aveces serenas,...
Se de la hora noble,
aquella de la paz quieta...
que nos deja dormir sin soñar,
dormir tan internamente,
sin llegar a ser ni sentir,
el dolor nuevamente.
¡Bendita hora de la nada!
Se de esa hora
en que alfin se dejan los sollozos,
se va la angustia se va el dolor,
y ya no existen,
y yo no existo,
y, tras esa inexistencia,
todo llega a la nada...
¡Oh!, que dulce, suave soñar
por esa hora,
y dejar morir,
dejar morir,
todo lo que hay,
todo lo que mata...
Y hay esas noches,
en que solo sigo,
no por el valor, ni por la fuerza,
sino por llegar a esa hora puntual,
aquella de la hora noble;...
en donde por fin deje de llorar,
de amar y sufrir,
llegar a dormir,
y al fin no sentir,
porque ya me lleva,
porque ya me arrastra,
la bendita hora noble...
¡Bendita hora de la nada!...

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